Conocí a muchas personas. Era una exposición de arte, iban a tocar algunas
bandas. Un amigo (Cantante) me invitó, me dijo que sería un lugar agradable
para mí. Charlé con un par de individuos, todos tomaban vino y compartían temas
de interés meramente humano. Me sentí agobiado por la incesante intelectualidad
(Y de sobra está decir que detesto aquello de la lógica humana) Salí a tomar un
respiro en una agradable y sonriente banca dentro de un pasillo oscuro dominado
por las sombras. Observé hacia la izquierda, y miré a una mujer con un lunar de
fuego humeante que solía brillar cada que ella inhalaba...
Caminando y gritando, caminando y gritando pasó el apasionado vendedor de
palomitas, churritos, tabaco, condones y demás chulerías que se acostumbran
encontrar en el centro de la ciudad. No te puedo mentir, me dio nostalgia y me
adelanté comprando palomitas con chamoy. Escuché un par de reclamos inocentes;
en seguida, una pequeña niña salió de la exposición. Corriendo hacia el señor intercambió
unas limpias monedas por churritos...
El señor se fue satisfecho por los negocios y la niña sonriendo me dijo:
¿Quieres de mis churritos? me aguanté las ganas de llorar que cargo todo los
días, especialmente cuando tengo los ojos abiertos, sonreí, tomé una y le ofrecí
de mis palomitas...
Muy sonriente ella tomó de mis palomitas, una vez, y hubo una segunda, le
continúo una tercera y se rompió el hielo...
Ella comía de mis palomitas, yo de sus papitas.
-¿Qué haces aquí?
-Estar-Declamé- Si no estuviera aquí, no podría estar en ningún otro lado. ¿Qué
es lo que tú haces aquí? ¿Vienes con tu madre?
Masticando palomitas y chupándose los deditos asintió con la cabeza.
Volvió al encuentro con mis palomitas y yo con sus papitas.
-¿Estudias?-Cuestioné
-Sí, estoy en primaria. Me gusta mucho la clase de español.
-Yo la odiaba, pero ahora la extraño.
-¿Porqué no entras con todos los demás? puedes entrar conmigo.
-No, prefiero estar aquí. Solo un rato. Me recuerdas mucho a una pequeña niña
que conocí cuando yo también era pequeño. Pero pienso que tu madre debe de
estar preocupada, es mejor que entres.
-¿Qué tiene que esté contigo?-suplicante me respondió.
-No soy una buena persona. De mí aprenderás de todo, menos de felicidad. Y
no hay nada más que te sirva a tu edad. La niña que conocí me hizo decir muchas
cosas, y tú también podrías hacerme decir algunas más.
-¿Porqué no eres una buena persona?
Salió una joven madre preocupada, le llamó con reclamo y sonriente me
dijo:"Disculpa, pero ella no puede comer palomitas"
-Ah, no se preocupe. (Dirigiéndome a la pequeña) Anda, ve con tú madre.
Antes de irse la niña me hace una última pregunta:
-¿Qué fue lo que la niña te hizo decir?-Yo tenía 12 años, y dije que no volvería
a
enamorarme nunca más...
La niña confundida me sonrió, y entro contenta con su madre mientras la bruja
del lunar llameante simplemente rió...
Oberón Iniesta...